Nuestro cuerpo es «decidor» de verdades
26 enero 2010 Deja un comentario
por Liliana Valsagna
La causa de todo síntoma, no está en el cuerpo, se origina en alguno de los otros planos: en el emocional, en el mental o en el plano espiritual.
Nuestro cuerpo físico es el encargado de “mostrar”, que hay un desequilibrio interno, que hay una antigua herida que emerge para ser sanada y liberada, que tenemos algún conflicto con nosotros mismos que no estamos pudiendo resolver, o algún antiguo resentimiento que no podemos soltar. No se trata de algo caprichoso, lo que sucede es que no podemos VER, en estado saludable, aquello que es necesario corregir, sanar, perdonar o soltar, para poder seguir adelante en nuestro camino de evolución. Por eso: EL CUERPO EXPRESA LO QUE EL ALMA SIENTE.
La enfermedad nos permite VER, a través de nuestro sabio y abnegado cuerpo físico, en qué nos estamos equivocando, en qué estamos siendo demasiado rígidos, o ciegos, o perezosos, o egoístas, o controladores. El síntoma nos da la oportunidad de aprender a ser más humildes, a recibir amor y ayuda, a aceptar las circunstancias tal cual vienen, y muchas veces nos dá la posibilidad de descubrir nuestros potenciales creativos, o darnos cuenta de cuál es el camino correcto. En el fondo de todo síntoma está la semilla de la curación, ya que quien se enferma no sólo tiene un problema con bacilos, virus o contagios causantes de la enfermedad, también tiene un problema consigo mismo, con sus semejantes o con el mundo que lo rodea. Cada vez que el cuerpo se manifiesta “enfermo”, es para mostrar algún desequilibrio interno. Todo síntoma, de cualquier índole, tiene un PARA QUÉ. Es correcto que la Medicina se ocupe del síntoma, solo que al mismo tiempo es bueno que cada uno se ocupe de llegar a la causa del síntoma, para poder VER aquello que tiene que corregirse y que el síntoma no se vuelva a repetir.
Nuestro cuerpo físico es sabio, sabe lo que el Alma necesita, y lo expresa en un lenguaje muy sutil pero muy claro si aprendemos a “leerlo y a escucharlo”. Cada vez que aparezca un síntoma es bueno hacernos dos preguntas clave:
“QUÉ ME IMPIDE ESTA ENFERMEDAD?” y “PARA QUÉ ESTOY EN ESTA SITUACIÓN?”
Las respuestas vendrán, y nos darán la clave de aquello que realmente tenemos que sanar.
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