La Doncella de Cristal

por Ana María Saracco

La Doncella de Cristal no es una leyenda. Es la forma en la cual empezó a manifestarse en mi vida cotidiana la fuerte energía de lo femenino. En estos últimos años fui focalizando mi atención en el anhelo álmico, en las suaves y poderosas energías del alma que busca manifestarse para significar, orientar y plenificar la vida del Ser encarnado. El alma hoy se manifiesta con una fuerza tremenda y cada vez son más aquellos ávidos de conectar con esa llama viva que arde en el interior de cada uno. Cuando ocurre esto existe una promesa de transformación que será la invitación a emprender el viaje y convertirse en peregrinos hacia el Misterio, de donde parte la Vida y hacia donde regresaremos en Conciencia plena de quienes somos. Son tiempos iniciáticos: para la mujer en el recuperar la sacralidad de su condición femenina, y para el hombre en el permitir que renazca la cualidad femenina de su alma.

Es mi deseo que la Doncella de Cristal se manifieste en una experiencia reveladora para cada uno de ustedes y que cada día seamos más alrededor de su fuego sagrado en el Gran Templo De la Gran Sacerdotisa.

Nuestro cuerpo es «decidor» de verdades

por Liliana Valsagna

La causa de todo síntoma, no está en el cuerpo, se origina en alguno de los otros planos: en el emocional, en el mental o en el plano espiritual.

Nuestro cuerpo físico es el encargado de “mostrar”, que hay un desequilibrio interno, que hay una antigua herida que emerge para ser sanada y liberada, que tenemos algún conflicto con nosotros mismos que no estamos pudiendo resolver, o algún antiguo resentimiento que no podemos soltar. No se trata de algo caprichoso, lo que sucede es que no podemos VER, en estado saludable, aquello que es necesario corregir, sanar, perdonar o soltar, para poder seguir adelante en nuestro camino de evolución. Por eso: EL CUERPO EXPRESA LO QUE EL ALMA SIENTE.

La enfermedad nos permite VER, a través de nuestro sabio y abnegado cuerpo físico, en qué nos estamos equivocando, en qué estamos siendo demasiado rígidos, o ciegos, o perezosos, o egoístas, o controladores. El síntoma nos da la oportunidad de aprender a ser más humildes, a recibir amor y ayuda, a aceptar las circunstancias tal cual vienen, y muchas veces nos dá la posibilidad de descubrir nuestros potenciales creativos, o darnos cuenta de cuál es el camino correcto. En el fondo de todo síntoma está la semilla de la curación, ya que quien se enferma no sólo tiene un problema con bacilos, virus o contagios causantes de la enfermedad, también tiene un problema consigo mismo, con sus semejantes o con el mundo que lo rodea. Cada vez que el cuerpo se manifiesta “enfermo”, es para mostrar algún desequilibrio interno. Todo síntoma, de cualquier índole, tiene un PARA QUÉ. Es correcto que la Medicina se ocupe del síntoma, solo que al mismo tiempo es bueno que cada uno se ocupe de llegar a la causa del síntoma, para poder VER aquello que tiene que corregirse y que el síntoma no se vuelva a repetir.

Nuestro cuerpo físico es sabio, sabe lo que el Alma necesita, y lo expresa en un lenguaje muy sutil pero muy claro si aprendemos a “leerlo y a escucharlo”. Cada vez que aparezca un síntoma es bueno hacernos dos preguntas clave:
“QUÉ ME IMPIDE ESTA ENFERMEDAD?” y “PARA QUÉ ESTOY EN ESTA SITUACIÓN?”

Las respuestas vendrán, y nos darán la clave de aquello que realmente tenemos que sanar.

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