Epicondilitis y vendaje neuromuscular

La epicondilitis lateral resulta de la extensión repetitiva del antebrazo y de la muñeca en pronación excesiva.

Está relacionada con actividades que provocan una sobrecarga muscular. Muy común en tenistas, jugadores de béisbol, guitarristas, bajistas, bateristas, jardineros, informáticos, etc, etc…. la lista es larga.  Es decir, implica toda actividad que requiera de supinación del antebrazo vigorosa, repetitiva o mantenida, especialmente con el codo extendido; también la flexión enérgica del codo manteniendo el antebrazo en pronación.

El vendaje neuromuscular ayudará a reducir el edema y el dolor y a relajar la musculatura implicada.

Existen diferentes formas de colocar el vendaje en una epicondilitis, lo cual dependerá de la fase (aguda o crónica) en la que se encuentra la lesión y los músculos que afecte. Así por ejemplo se podrá buscar la reducción de la inflamación, la corrección de la fascia, limitar o asistir el movimiento.

Si deseas conocer más te invito a leer los artículos Epicondilitis y Vendaje Neuromuscular.

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Epicondilitis

¿Has escuchado alguna vez decir a alguien que tiene codo de tenista? Hoy te explicaré qué significa esta expresión, que no es precisamente que tu amigo, vecina o familiar tiene un «brazo de oro» a la hora de jugar tenis.

 

dibujo de la insercion de los músculos extensores de la muñeca en el epicondilo lateral

La epicondilitis es un microtraumatismo repetitivo de los extensores y supinadores de la muñeca. Se presenta con dolor en el codo.

 

Codo de tenista es la forma coloquial de referirse a la epicondilitis, lesión muy frecuente en personas que practican dicho deporte; sin embargo cualquiera de nosotros puede tener una epicondilitis al realizar una actividad laboral, doméstica o deportiva en la debamos extender la muñeca reiteradamente. Si por ejemplo trabajas con el ordenador con el teclado o el ratón  en posiciones inadecuadas podrías desarrollar «codo de informático», o si pintas: «codo de pintor», o «codo de albañil» según el caso…
Una caída, un «tirón», un golpe en el antebrazo (codo) violentos podrían causarte también una epicondilitis.

La epicondilitis más frecuente se produce por un microtraumatismo repetitivo con sobrecarga concéntrica o excéntrica de los extensores y supinadores de la muñeca. Se denomina contracción concéntrica cuando los puntos de inserción de un músculo se acercan y excéntrica cuando los puntos de inserción se alargan.
Pese a su denominación, no es una enfermedad del epicóndilo (eminencia ósea en la parte lateral externa e inferior del húmero), sino una afección del tendón, y es más degenerativa que inflamatoria. Existen divergencias en cuanto a su etiología (causas de la enfermedad): algunos admiten que es una lesión inflamatoria con degeneración en la inserción de los extensores de la muñeca, especialmente el extensor radial corto del carpo. Otros sostienen que en la mayoría de los casos no hay proceso inflamatorio y las muestras quirúrgicas revelan un proceso de degeneración colágena y aumento de sustancia fundamental.

Los síntomas que se se presentan son: dolor en el codo (lado externo) al tocarlo o moverlo, especialmente en las maniobras que implican levantar la mano con la palma hacia abajo (extensión). Puede haber también dolor en los dedos al cerrar el puño.

Entre los tratamientos posibles tenemos:

  • Crioterapia: el masaje con un cubito de hielo sobre la inserción musculotendinosa es muy efectivo.
  • TENS: es eficaz. Muy recomendada.
  • Masaje: el masaje de fricción (técnica cyriax), los estiramientos y la terapia de los puntos gatillo son muy efectivas para reducir el dolor e ir recuperando la funcionalidad del antebrazo.
  • Ejercicios de estiramiento: para recuperar la flexibilidad de los extensores, flexores de la muñeca y supinadores. Son estiramientos mantenidos durante 15 o 20  segundos, de 5 a 6 veces al día.
  • Ejercicios de potenciación: para restaurar la fuerza de la musculatura del antebrazo. Se comienza con contracciones isométricas suaves de los flexores y extensores del codo, pronación y supinación, con aumento progresivo de la resistencia.
  • Ultrasonido pulsado: eficaz en la tendinitis aguda pero no en crónica (algunos estudios arrojan mejorías y otros no).
  • Antiinflamatorios no esteroides por vía oral: son de poca utilidad porque, como te he explicado la mayoría de las veces no hay inflamación.
  • Infiltraciones con coritisona o anestésico local: producen alivio temporal. Se puede repetir a las dos semanas pero no se recomienda infiltrar más de 3 veces al año. El riesgo: se va debilitando la resistencia de los tejidos.
  • Iontoforesis o sonoforesis con hidrocortisona y lidocaína: son eficaces y sin los riesgos de la punción directa.
  • Láser: en la mayoría de los casos no se observan mejorías.
  • Cirugía: se plantea cuando el dolor persiste fuerte tras un año de tratamiento.

Para finalizar, algunos consejos:

  • Suspende o reduce al mínimo la actividad causante de la epicondilitis
  • Disminuye el tiempo y la intensidad de la actividad. Realiza las modificaciones necesarias de herramientas y mobiliario de trabajo
  • Realiza ejercicios como método de profilaxis para evitar desarrollar la epicondilitis
  • Haz descansos y estiramientos (son muy efectivos durante el tratamiento y para evitar recaídas)
  • Utiliza una codera elástica

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