Dolor físico y emocional

El dolor como mensajero

El dolor fascial puede aparecer repentina y agudamente o como un malestar que gradualmente (meses, años) se convierte en intenso. Sea cual sea su forma de aparición, indica un proceso de lesión tisular, de microtraumatismos que van volviendo la zona afectada irritable, sensible y en muchos casos limitando su funcionalidad.

En general, el dolor (especialmente el agudo) ejerce una función protectora: evita el uso de la zona dañada permitiendo su descanso para que se produzca su recuperación.

La presencia del dolor implica el aumento de actividad del sistema nervioso simpático, Parte de cuerpo en blanco y negro, escrito sobre la piel.asociado a la psicopercepción (emociones); es posible que nos desate sensaciones de temor, angustia o ansiedad. Asimismo, la permanencia del dolor (cuando se torna crónico) tiende a acrecentar dichas emociones y en ocasiones, si se desconoce la causa, algunas personas pueden caer en depresión. Si la imaginación se pone en marcha aportando pensamientos negativos las emociones se amplifican.

Con este panorama el dolor se nos presenta como una experiencia desagradable de la cual queremos huir lo antes posible y eliminar el dolor se convierte en nuestro objetivo número 1.

El mensaje del dolor

Ya sea que el dolor aparezca sorpresiva o lentamente es innegable que capta nuestra atención interrumpiendo la normal continuidad de nuestra vida diaria. Ante esta situación podemos desatenderlo o acallarlo sin intentar averiguar el motivo de su origen. Si en cambio, atendemos esta «llamada» que nos llega y conectamos con ella estaremos ante la posibilidad de descubrir sus causas. El dolor es portador de información, es un mensajero que nos viene a decir que algo falla, como una alarma contra incendios que empieza a sonar; si nuestra respuesta es coger el martillo y romperla para acallarla ¿apagaremos el incendio? Puede que coincidas conmigo en que el dolor que se comprende es más fácil de afrontar.

Cuerpo y emoción están íntimamente relacionados. El Dr. Wilhelm Reich , padre de las terapias corporales, trabajaba con sus pacientes tanto en el plano psíquico como físico. Consideraba que los músculos rígidos contenían una emoción «encerrada» y al trabajar sobre ellos y relajarlos se liberaba algún recuerdo o afloraban bronca, angustia, temor y el dolor físico mermaba o desaparecía.

Si nos enfocamos en el plano físico únicamente también podremos seguir las señales del dolor para descubrir sus causas. Supongamos un dolor en la cara posterior de tu antebrazo que se extiende hasta el dedo índice. Puedes revisar mentalmente si es un dolor nuevo y repentino o ha ido aumentando en días, semanas o meses; con qué movimientos empeora y con cuáles mejora, si guarda relación con otra parte del cuerpo y también observar si hay alguna emoción ligada a él. Supongamos que investigando encuentras que el dolor que estás experimentando es por el uso constante del ratón del ordenador… pues bien… ahora queda evaluar las acciones correctas que corten la repetición de este patrón. Por ejemplo usar un ratón adecuado para el tamaño de tu mano, usar más los mandos del teclado, hacer estiramientos, etc.

La próxima vez que un dolor reclame tu atención pon en marcha tu atención y dedicación, intenta comprender su lenguaje y te aseguro que verás en él un aliado que te guiará hasta sus causas.

Bibliografía:

– La enfermedad como camino, Deihlefsen – Dahlke, Plaza & Janés editores.
– Cómo conocer, localizar y tratar los puntos gatillo miofasciales, Leon Chaitow – Sandy Fritz, Editorial Elsevier.

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Dolor físico y emocional por Andrea Saracco se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-CompartirIgual 3.0 Unported.